Una definición de madurez es llegar a tener dominio
de uno mismo y respetar el propio código de valores. La persona que logra esto ha vencido sus
tendencias impulsivas, puede convertirse en la mejor versión de sí misma y será difícil que sea infiel.
Alcanzar la realización personal implica tener en
cuenta estos dos principios, dominio y respeto de sí mismo, que además de proporcionar un mejor estado de ser,
también puede hacer felices a los que nos rodean.
Un ser humano es capaz de realizar las más grandes
hazañas y superarse a sí mismo, con mayor razón puede vencerse a sí mismo.
Comprometerse con un código de valores y cumplirlos es
lo que hace a una persona confiable; porque nadie puede
creer en un individuo que cambia de forma de pensar y
que no le importan las consecuencias de sus actos.
La tendencia a la infidelidad puede tener dos causas
básicas: abusos infantiles o identificación con un padre también infiel.
También puede existir falta de conexión espiritual
con la pareja o tener sentimientos de fracaso laboral por no seguir la propia
vocación, lo que a veces suele compensarse con aventuras ilícitas.
Las tentaciones existen, la diferencia es cómo aprendemos
a comportarnos frente a ellas.
En la actualidad, los valores se confunden cuando se
pueden ver a diario a muchas personas que pueden actuar con toda impunidad, cometiendo
toda clase de atropellos y de delitos contra la propiedad y contra las
personas.
Esta falta de justicia hace que el resto de la gente
dude de sus propios valores y se atreva a imitar comportamientos indeseables.
La persona infiel tiene mucho que perder, sin
embargo lo toma como un juego, una travesura que se puede pasar por alto, sin
ningún tipo de responsabilidad tal como hacen los niños.
Atreverse a ser una persona madura no es fácil,
porque implica reconocer que ya no se es tan joven, un valor que en esta
sociedad se considera una cualidad y no una condición natural que todos
vivimos.
Malena Lede - Psicóloga
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