Según Sigmund
Freud, la relación con una pareja violenta y golpeadora que no se puede dejar,
es una forma de masoquismo, o sea cuando la satisfacción sexual está ligada al
sufrimiento o a la humillación recibida por otro.
El masoquismo está
ligado al sadismo; que designa todo acto violento ejercido sobre otro.
El término
sadomasoquismo se utiliza para señalar dos formas de la misma perversión,
activa y pasiva, que se encuentran en distintos grados presentes en la misma
persona; una relación tan estrecha que resulta difícil explicarlas por
separado.
Un sádico es
también un masoquista aunque puede predominar una u otra forma en cada
individuo.
El sadismo se
convierte en masoquismo cuando la agresión se vuelve contra el mismo sujeto.
Para Freud, el
sadismo, se relaciona con la pulsión de
dominio y el masoquismo, que es la transformación de la actividad en pasividad,
es cuando adquiere un significado
sexual; o sea cuando las sensaciones displacenteras provocan un estado de
placer; que se puede observar con claridad en la neurosis obsesiva.
La fase masoquista
es considerada como la primera y la fundamental.
Freud relaciona el
masoquismo con la pulsión de muerte. Cuando la pulsión de muerte se orienta
totalmente hacia el exterior es una posición sádica mientras la parte que
persiste en el organismo ligada a la libido representa el masoquismo primario.
El sadismo puede
volverse contra el sujeto y convertirse en masoquismo secundario.
En la oposición
sadismo masoquismo se realiza el par actividad pasividad que para Freud
representa una de las grandes polaridades de la sexualidad del sujeto, seguidas
por los pares fálico-castrado (con o sin falo), masculino-femenino.
El par sadismo
masoquismo se puede apreciar en un mismo individuo en la dialéctica entre el superyó
sádico (el deber ser) y el yo masoquista (que se defiende).
Malena Lede –
Psicóloga
Fuente: “Diccionario
de Psicoanálisis” de Laplanche y Pontalís
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