La cocina es un
arte que hace felices a las personas; porque el que cocina tiene la oportunidad
de desplegar toda su creatividad, de disfrutar del plato terminado y de
compartirlo con su familia o sus amigos.
Los que cocinan son
los únicos que pueden saborear diariamente de lo que hacen con sus propias
manos, disfrutar del aroma apetitoso de la comida casera y elegir el menú a su
antojo.
Comer es necesario
y también placentero; es el momento propicio para estar con otros.
La vida moderna le
ha quitado a las comidas su dignidad estética y su valor social, dos elementos
claves que ayudan a disfrutarla por anticipado, a facilitar la digestión y a
vivir mejor.
Hoy en día, muchos
comen solos y además apurados, sin tener la posibilidad de evadirse de las escasas opciones que ofrecen los locales de comida rápida.
¿Quién puede ser ahora
indiferente ante la inevitable seducción de una hamburguesa con papas fritas?
Son pocos los jóvenes que pueden eludir la tentación y conformarse con una ensalada de la huerta,
porque la grasa es adictiva
así como también la gaseosa dulce y el helado de plástico; pero lo peor es que
cuando el paladar se acostumbra a esta comida es difícil que le resulte
agradable otra cosa.
Educar el paladar
es una tarea difícil, porque exige cambiar de estilo de vida, aprender a
cocinar, ir a comprar lo que se necesita y darle a la comida el lugar en la
vida que se merece.
Así como se
abandonan las reuniones alrededor de la mesa, también se pierde el hábito de
cocinar, de leer un libro o de dialogar, porque apenas quedan fuerzas para manejar el control
remoto.
Por eso son tantos los que eligen vivir solos en un departamento de dos ambientes y cuando tienen hambre llaman al delivery o se hacen un sándwich.
Por eso son tantos los que eligen vivir solos en un departamento de dos ambientes y cuando tienen hambre llaman al delivery o se hacen un sándwich.
Sin embargo,
cocinar puede ser terapéutico para el que eventualmente se siente solo y la
televisión no les alcanza; y convertirse en una table de salvación para quienes desean conectarse de nuevo con la vida y salir del círculo vicioso que representa ir
al trabajo y volver y tener sólo la opción de prender la tele o la computadora.
Cocinar es la
excusa perfecta para invitar a alguien a cenar, para atreverse a amar y para recuperar la
dignidad humana.
Malena Lede -
Psicóloga
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