APRENDIENDO A CONVIVIR CON LA PAREJA - Psicología Malena Lede




Dos personas que se aman, que les cuesta cada vez más separarse y que quieren estar siempre juntas; algún día tienen que decidirse a intentar la riesgosa experiencia que representa la convivencia.

Son jóvenes y felices y les parece que eso es suficiente para iniciar una vida,  juntos; sin embargo, al poco tiempo, ese nido de amor comienza a hundirse en las oscuras aguas de la incomprensión, la disconformidad, la intolerancia y la falta de respeto.

Lograr la estabilidad emocional y una relación armoniosa parece ser una misión imposible cuando las personas creen que con amarse profundamente es suficiente.

Amarse es importante pero no basta para convivir; es necesario aprender lo que significa estar todo el día y las noches juntos, conocer la experiencia de intimidad, los defectos mutuos, los momentos de malhumor, entender las respectivas reacciones, los estados de ánimo, la capacidad que tienen de comprenderse, de hacerse cargo de sus responsabilidades, de ser capaces de asumir el compromiso de enfrentar la vida de a dos.

Es necesario creer que tener una pareja estable mucho tiempo es posible, porque si están convencidos de que es una utopía, si temen perder su libertad o si les asusta el fantasma de la rutina, es mejor que respeten sus limitaciones y no le amarguen la vida a otro.

La convivencia no implica que en todos momento se sentirán arrebatados por las cálidas delicias del amor, también exige que le presten atención a su pareja y traen de ayudarla y brindarle lo que necesita.

El ego es el que siempre atenta contra cualquier tipo de vínculo, entorpeciendo la armonía y creando situaciones de descontento, por eso la convivencia es la oportunidad de dejar de estar centrado en sí mismo para comenzar a emprender la aventura de pensar también en el otro y de hacer lo posible para cuidarlo y ayudarlo.

Para lograrlo será necesario ponerse en el lugar del otro, o sea, que puedan trascender su propia perspectiva y ver el mundo desde ese otro ángulo.  Hay que tener en cuenta que el bienestar de la pareja se traducirá en un mayor bienestar propio.

Convivir es un desafío que requiere ser generoso, tolerante, paciente, comprensivo y respetuoso; todas virtudes que se pueden aprender y desarrollar para lograr también la propia felicidad.

El amor, además de ser un sentimiento hacia alguien, debe ser expresado con palabras, gestos, conductas y actitudes; porque no basta con sentirlo también hay que demostrarlo.

Para un hombre no es fácil demostrar afecto, porque es común que crea que un gesto amoroso puede reflejar debilidad. Sin embargo, un gesto de afecto genuino es capaz de borrar cualquier ofensa, de fortalecer los vínculos y de lograr una vida afectiva más feliz.

Malena Lede - Psicóloga