A
pesar de los difíciles avatares de la existencia, de lo complicado que resulta
vivir una vida normal, de los disgustos que nos dan los políticos, de la
competencia, de la delincuencia y del estrés de la vida moderna; la gente desea vivir más.
La
información sobre el avance de la ciencia y la tecnología, casi al alcance de
todos, favorece las expectativas de vida y permite que la gente viva más y
mejor.
Las
estadísticas reflejan que las mujeres viven más que los hombres, pero aún no se
pueden precisar cuáles son los factores que las hacen más longevas.
Es
importante destacar que disponer de una mente sana y equilibrada, mantener lazos
sociales satisfactorios y una actitud optimista, lograr paz interior, tener una motivación y llevar un estilo de vida regular son
requisitos que no sólo prolongan la vida sino que hacen que vivir valga la
pena.
No
se trata del cumplimiento de los todos objetivos para lograr una vida plena sino
de poder estar en el camino de lograrlos, porque los resultados nos brindan una
satisfacción inmediata pero es la búsqueda la que le da el sentido a la
existencia.
La
vida es movimiento y la edad no obliga a nadie a abandonar una actividad placentera por
completo, principalmente si son profesionales o si realizan tareas
independientes; y la jubilación tampoco es un obstáculo, al contrario, es el
momento de realizar algo diferente con la ventaja de no tener que preocuparse
tanto por el sustento.
La
vejez es la edad de la cultura, decía Carl Gustav Jung, el momento de
introversión que permite conocerse más a uno mismo, cuando ya no se necesita
tanto el bullicio externo y las personas se independizan de las obligaciones y
de las responsabilidades que implican el cuidado y la atención de los hijos.
Es
la oportunidad de empezar algo nuevo y volver a sentirse útiles y vivos, de
cuidarse, de mantener hábitos saludables, de cultivar nuevos amigos, de
atreverse a proponerse nuevas metas y principalmente de aprender a disfrutar de
cada momento.
No
es tan importante lo larga que haya sido nuestra vida sino cómo la hemos vivido;
y cuál es la huella y la descendencia
que dejamos.
El
secreto es vivir cada día como si fuera el último, pero respetando los valores humanos
como si fuéramos a vivir siempre; esa es
la paz interior que necesitamos para sentirnos dignos de haber vivido.
Malena
Lede - Psicóloga
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