Gente que hay que evitar


Todos tenemos defectos, por eso tenemos que ser comprensivos con los demás, pero hay gente que por distintas razones, parece disfrutar sembrando discordia y puede hacernos mucho daño.

Los chismosos juzgan y critican a los demás y alguna vez también nos juzgarán y criticarán a nosotros, por eso mejor mantenerse alejados de ellos y no brindarles esa oportunidad.

El chismoso acosa a su víctima con la egoísta intención de afianzarse más a sí mismo, de sentirse mejor y superior que el otro y ganar seguridad.

Su curiosidad no tiene límites y se deleita en acentuar las maledicencias; de esta manera pueden descargar sus propias tensiones y compensar sus frustraciones.

El chismoso cree que es el único que sabe cómo se deben hacer las cosas y mide con esa vara a todos los que tiene a su alrededor, creyendo que de ese modo se hace valer, puede controlar a los demás y ganar poder.

Su tendencia a censurar y desprestigiar es la forma de hacer creer que él es el dueño de la verdad y que todos los otros están equivocados.

El discutidor es otro ejemplo de persona que les conviene evitar porque toda conversación con él se reducirá a llevarles la contra.

Son personas oposicionistas y polémicas que nunca están de acuerdo con ningún punto de vista y siempre defienden causas perdidas, deleitándose con su propia voz y monopolizando cualquier conversación.

Al autoritario mejor perderlo que encontrarlo, porque es el que no deja a los demás emitir opinión alguna, el que no acepta excusas, el que hace lo que él dice, aunque no tenga razón, el que se muestra iracundo, agresivo y ofensivo para imponerse, controlar a los demás e inspirar respeto.

El egocéntrico siempre está hablando de sí mismo y de sus hazañas, recordándoles a todos sus éxitos, sus pertenencias, sus relaciones, su capacidad y su inteligencia. Es imposible tener con estas personas una relación de igual a igual porque siempre estará midiéndose y mostrando su superioridad.

El adulador es el manipulador que se oculta detrás de una máscara de simpático y seductor, con la secreta intención de obtener un beneficio personal; y que siempre estará al acecho pensando qué es lo que puede sacar en su provecho.

El charlatán puede ser inofensivo pero insoportable porque como un disco rayado repetirá mil veces su propia historia y la de toda su familia, contará las mil y una anécdotas que todos ya conocen y hartará hasta el más paciente con su plática sin dejarle pasar ni siquiera un solo aviso, porque eso sí, jamás estará dispuesto a escuchar nada.

El agorero es el depresivo que se complace en señalarle a los demás que lo que emprendan les saldrá mal, que el domingo lloverá, que las cosas no podrían estar peor, que es inútil luchar porque todo conduce al caos.

Sus creencias sombrías contaminan todo a su alrededor y si intentas rebatir sus presagios con optimismo, se sentirá que también tu lo has defraudado y que su punto de vista sobre la realidad una vez más se ha cumplido.

Detectar a tiempo los defectos poco propicios para una relación duradera y para vivir una vida más feliz, es saludable porque podremos alejarnos de esas personas tóxicas sin problemas, porque una vez que se ha establecido un vínculo será mucho más difícil concretar un alejamiento.

Seamos más cautos y selectivos con las personas que recién conocemos y no dejemos entrar en nuestra intimidad a aquellos que tienen mala onda, que son negativos, violentos, fastidiosos o inaguantables, que por alguna razón pueden atraernos pero que por otra parte parecen deleitarse haciéndoles la vida imposible a sus semejantes.

Malena